Un día donde SALIÓ EL SOL
En el día de ayer, Sábado Santo, no sólo hubo una jornada completa, sino que fue un día sobresaliente: todas las hermandades en la calle, un cielo despejado y alguna que otra cofradía de más.
- La jornada comenzaba con LA ESPERANZA DE TRIANA, que a las 10:30 salía de la Puerta de San Miguel con destino Triana. Los pasos iban sin música pero acompañados por los rezos de sus fieles y devotos, que entonaron la salve marinera y trianera varias veces.
- Le seguía LOS GITANOS, que media hora más tarde salía de la Iglesia de la Anunciación y volvía a la Iglesia del antiguo colegio del Valle por el camino más corto, también sin música.
A pesar de que ambas cofradías no cumplieron su horario, su actitud y comprensión con las hermandades del Sábado Santo fueron intachables.
- A la una del mediodía SALÍA EL SOL. La joven hermandad seguía fiel a su estilo que cada año se va adentrando y ganándose el respeto del mundo cofrade sevillano. A pesar del pequeño percance que acaeció en la Plaza Nueva (se descolgó uno de los extremos de la bambalina delantera), la hermandad volvió a demostrar su fortaleza ante momentos difíciles. Se vivieron unos momentos inolvidables en el Arenal y la Campana, donde sendas levantás se dedicaron a los donantes de órganos.
- LOS SERVITAS continuaba la jornada. Con su estilo clásico, revocaba lo que el Sol exponía minutos antes en la Campana: otra Semana Santa es posible. La virgen de los Dolores, tan bella como siempre, sembró el ejemplo de recogimiento y fervor que la hermandad Servita le ofrece.
- LA TRINIDAD tal vez fue la excepción del día, como todos los años anteriores. el Sagrado Decreto expuso a Sevilla la máxima muestra de Dios, la Santísima Trinidad en estado puro. El nuevo paso de las Cinco Llagas gustó a la mayoría de los sevillanos y como siempre, el misterio de las Sagradas Necesidades (escaleras, sudario y sepulcro) dio un paseo triunfal por Sevilla. Nada que decir de la Virgen de la Esperanza...
- EL SANTO ENTIERRO Y LA SOLEDAD DE SAN LORENZO acabaron por rematar el día. Sobriedad, elegancia, austeridad, solemnidad, y devoción acompañaron a ambos cortejos durante todo el recorrido
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