Beatriz Barrientos defendió su obra que ha tardado 100 días en componer. El joven acólito representa las generaciones de cofrades que integran la Semana Santa que perfuma el paso del Cristo de la Caridad de Santa Marta. La autora ha elegido este misterio por la advocación del Señor, tan demandada en estos tiempos de crisis. Tras el misterio de adivinan los rayos del altar de plata de Laureano de Pina de la Catedral, evidenciando el lugar donde culminan las estaciones de penitencia. Por su parte, el incienso es el hilo conductor de la obra a través de unas transparencias imposibles y difíciles de ejecutar con la técnica aplicada, la acuarela. En el cartel están representadas todas las artes “tan necesitadas” de apoyo en estos tiempos según la autora: los bordados en la dalmática, la cera, la talla y el dorado en el paso etc
Puede que haya sido la presentación del cartel más extraña de los últimos tiempos. Todos conocían la obra antes de que se desplomara el damasco que lo cubría. Todos hablaron del robo – el término que usaron fue “filtración” – que se había hecho del cartel día antes. Quizás todos los intervinientes lamentaron, en exceso, lo sucedido cuando el día de la presentación lo que hay que hacer es disfrutar del inicio de una nueva cuenta atrás.
Había motivos para sonreír porque el cartel es extraordinario pero, en lugar de eso, uno tras otro en sus discursos acudían a la anécdota – triste – en lugar de ir a la evidencia del gran cartel que se estaba presentando.
La autora del cartel fue, especialmente, dura en su intervención. Aseguró que las “redes sociales y los medios de comunicación están acabando con las tradiciones”, en alusión a la divulgación anticipada de su obra
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